Un paso a la vez

A veces sientes que necesitas un cambio, y no hablo de peinado ni del color en las paredes de tu cuarto. Hablo de un gran cambio, algo significativo que te lleve a otro lado. Pues hoy es el día.

El está decidido no hay marcha atrás. Planea algo grande o quizás no lo planea en absoluto pero considera que nada será como solía ser. No le asusta la decisión porque aun se tiene a si mismo y es todo lo que importa. No piensa a cuantas persona afectará ya lo decidió, es su vida y si no quiere volver a hablar no abrirá nunca mas la boca y si no quiere volver a ver se sacará los ojos. Es su fiesta y si quiere muere. Entonces salta y no hay arrepentimientos y en caso de que los hubiese decidió que no abriría la boca y no lo hará porque así es él…

Pero tú y yo. Esa es otra historia, nosotros usamos paracaídas por si nos arrepentimos.

Damos vueltas de un lado a otro, pensamos y volvemos a pensar “esta es una decisión que va a cambiar mi vida” creemos que el mundo no va a poder con las consecuencias, al menos alguien va a morir, entonces lo hacemos…. Luego pasa algo y hace de toda la ansiedad que sentíamos hace a penas unas horas, un episodio tan trivial. Para nuestra sorpresa el mundo aun gira, no hubo heridos ni daños materiales excepto por el lápiz que mordimos pensando. Y la decisión, buee quizás nadie la entendió porque así somos tu y yo siempre haciendo énfasis en que pase desapercibida o por lo menos que quede lo bastante confusa, dejando algún espacio para la duda, un vacío por donde podamos escapar y deshacernos de las consecuencias, un margen por donde podamos volver cuando aparezca el arrepentimiento y hacer que todo sea como antes porque tristemente aun esperamos que todo sea como antes.

Pero él, él es otra cosa y eso que alardea no ser.

(y no hablo de Charly Garcia)