miércoles, agosto 03, 2011


En un país extraño, sin ánimo ni compañía para salir, con una conexión rápida, y cansada de jugar sudoku, se me acababan la excusa para no escribir…

Hola, drea. Tú y yo nunca hemos hecho una justa repartición de bienes, y hemos postergado unas cuantas veces el conteo de daños. No te dejo ser y no me dejas ser. Y en este conflicto de intereses no somos completamente ni tú, ni yo.

Empiezo a pensar que ser feliz no es una opción, que lo he deseado y buscado demasiado. Ser feliz no es para mí. Y se escucha tan extraño dicho en voz alta. Me fui de ti para intentarlo, vuelvo derrotada a darte gusto, a dejarte lamer las heridas para que tengas algo que escribir. Siempre ha sido así, Siempre he sido tu victima favorita. Aquí me tienes. Y ojala mi conciencia te diera la victoria definitiva o pudiera sacudirme toda tu tristeza como un perro se sacude al mojarse.

Te alimentas de mí, y no puedo decirte bestia, no te guardo rencor.

Mentira

Si lo hago.

Tu, siamesa maldita, lo manchas todo con tu aliento turbio, ennegreces mis expectativas, y yo tan ingenua, tan niña sigo esperando el desfile, el papelillo, los banderines, pero en estas calles vacías solo tú y yo, y los cadáveres de quienes se desgastaron intentando hacernos felices, huesos putrefactos de quienes alguna vez nos amaron hasta robarnos una sonrisa con la esperanza de que fuera por ellos que sonriéramos, y de seguro así fue, pero cuanto duraban?

Entonces es así? No sabemos de qué trata la felicidad, abandonadas en este mundo sin ninguna esperanza soy tuya, y algunas veces eres mía. Y eso es todo.

Muerdo, pateo y araño rabiosa, herida, melancólica no me rindo a tus pies aunque deba repetirlo mil veces sin que ninguna de las dos se lo crea. He bajado a tu horrible morada a recordarme, a contar pedazos de mí, a verme en esta oscura caverna donde siempre me he sentido como en casa.